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martes, 30 de agosto de 2011

TRAZOS Y MEMORIAS QUE DEJARON HUELLA





Como  olvidar los juegos en casa con mis hermanos, una casa grande de muchas habitaciones en el barrio Buenos aires,  en la parte trasera  habían un enorme lote lleno de pasto y árboles de cerezo, un  viejo y  frondoso árbol  de breva, matas y flores silvestres, era nuestro lugar de juego, mis hermanos y yo hacíamos largas travesías por entre el pasto y luego trepábamos los arboles buscando bajar de alguna manera sus frutos con los cuales hacíamos abundantes cenas a ilustres invitados imaginarios, fue allí en medio de ese trozo de naturaleza que comenzó mi encuentro con las palabras, empecé a identificar cada sonido, los pajaritos, me encantaban y mis hermanos cantaban en medio de sus juegos “en la batalla del calentamiento”, yo había aprendido de mi madre: tengo una muñeca vestida de azul y de mi padre retahílas como: “allá arriba en aquel alto tengo una vaca amarrada cada vez que subo y bajo me bate una malteada”, mi padre cada día en la mañana nos recitaba una y en la noche nos la preguntaba, nos premiaba con un másmelo que siempre traía en su bolsillo. Mi hermano mayor me contaba historias que leía de revistas que pedía alquiladas como Rin -tintín, Kaliman, Santo el enmascarado de Plata,  me contaba también los programas que veía en el televisor de un vecino, El Llanero Solitario, Tierra de Gigantes, era la que más me gustaba porque era de personas pérdidas entre un bosque y, pasaban por muchas peripecias por ser pequeñitas, luego llegaría  el abecedario, y con él llego el fin de mis días de juego entre el pasto, las  matas y árboles, para asistir a la escuela primaria, mis hermanos fueron los primeros, ellos me contaban que ya sabían muchas letras y números pero para mí eso era de muy poca importancia, yo era feliz en medio de ese ambiente verde y espeso inventando historias y escondiéndome de mis padres, de sus peleas y regaños, la escuela no me importaba para nada, pero mi madre llego un día y me vistió con un largo vestido azul de encaje blanco y los zapatos de mi hermana mayor, me peino con una trenza, que me dejo los ojos chinos y con las lagrimas bordeando mis ojos, ese día mi madre solo me dijo: vamos a ir a la escuela ya es hora que leas y escribas como tus hermanos, nada de llorar y avisas a la profesora cuando tengas que ir al baño. Pero yo no quería ir porque me daba miedo y ya no podría ir a jugar al lote lleno de pasto, matas y arboles gigantes.
En la entrada de la escuela había un enorme aviso verde con letras blancas que después de varias idas y venidas descubrí que decía escuela primaria san Blas uno. Cuando entramos con mi madre sentí escalofrió y ganas de hacer chichi, apreté fuerte mis piernas y mi madre me empujaba y me decía, saludas a la profesora que ahí viene. Le dije a mi madre ; tengo que ir al baño vámonos, enseguida la profesora nos hizo seguir y escribió en un libro inmenso todo lo que mi madre le contaba de mi vida privada, luego se paro se despidió de mi madre y a mí me dijo con un leve empujoncito vete al salón que está enfrente del patio, yo sentí que mi alma se me salía, y al salir mi madre por la puerta de la escuela me orine, sentí una mano pesada en mi espalda y una voz que me dijo: porque no aviso, sucia, le voy a contar a su mamá para que la regañe, levanté mis ojos llenos de lagrimas y vi que era la misma señora que ahora sabia más cosas personales mías. Entre a un salón lleno de niños alborotados, me senté en un pupitre, me recosté y seguí llorando, después de un rato entro una señora, que cojeaba, en una de sus piernas tenía un zapato más alto que el otro con una varillas a cada lado, su falda café claro le llegaba hasta el tobillo pero se alcanzaba a ver el zapatón y las varillas, buenos días niños nos dijo a todos con un tono muy alegre, se acerco a todos los que llorábamos y nos llevo a los puestos más cercano al suyo, nos canto sol solecito, y con palmas y abrazos nos calmo el llanto. Esta canción yo ya la sabía por mis hermanos, y muchas más  que después cantó, ya para mí era un punto de identidad con la profesora. Era la profesora Ana Ruth, ella con el paso de los días hizo que mis paseos hacia el lote lleno de naturaleza verde se me fueran olvidando, su manera de transmitirnos las letras y números  hizo  menos doloroso el separarme de mi lote y de mi madre. Empecé a soltar la mano con trozos de papel periódico que siempre llevaba al salón la Señorita Ana Ruth, ella nos ponía a rasgar tiras de papel, después a cantar moviendo las manos y tacando cada dedo para que se despertaran y pudieran coger el lápiz y escribir. Las letras iban saliendo poco a poco copiadas del tablero y luego la profesora pasaba por cada puesto enseñando como se coge el lápiz y el movimiento para cada letra, las  redondas, las que suben y las que bajan. Después de varias planas de bolitas y palitos, nos enseño a escribir la primera letra de nuestros nombres, para mí fue maravilloso ya que siempre he estado feliz de mi nombre, la letra m, en mayúscula y en minúscula, me costó mucho trabajo sobre todo la mayúscula, pero lo logre y ya en el cuaderno la escribía con soltura y orgullo, la profesora me felicito desde el primer día que la hice, aun cuando estaba torcida y regordeta, que bonita me decía, seguí con la o, la más fácil, la n que era para mí la hijita de la m, otra fácil fue la i, pero al llegar a la c siempre la cerraba y me quedaba como una o, la a solo era la o con un palito, fácil, y así sucesivamente fui aprendiendo el abecedario, ayudada con la cartilla de coquito que mi madre me compró, me encantaban los dibujos, la portada  brillante, el niño en el pasto escribiendo, los colores y las letras.  Un día mi profesora nos pidió llevar letras recortadas de revista y periódico, pero en mi casa nunca habían periódicos, y las revistas eran las que mi hermano mayor me leía y las guardaba con gran recelo, el también tenía algunos libros del colegio y otros que solo él podía leer así me decía y los guardaba junto a muchos dibujos hechos por él  en un viejo baúl al que le ponía un candado. Era su tesoro. Con el paso del tiempo sentí mas curiosidad por ver los libros que guardaba mi hermano en el baúl, quería estar con él, yo sabía leer.  Me empezó a gustar como dibujaba mi hermano, le pedía que me enseñara los libros que guardaba, al principio se negó, luego un día me pregunto ya ¿conoce el abecedario?, ¿sabe leer?, le dije que si, y fue cuando me tomo de la mano y salimos hacia el lugar que a él le gustaba mucho ir. La biblioteca Luis Ángel Arango.
Que inmensa y sorprendente era, entraba mucha gente, recuerdo mucho  las puertas, de cristal macizo, los pisos suaves, las pisadas no se escuchaban por la alfombra, en las esquinas habían señales de silencio,  mi hermano me soltó la mano y me dijo en voz baja: entra a ese salón y escoge el libro que quieras, yo vuelvo ahora, me sentí maravillada al ver en la pared miles de cajones llenos de libros, de colores, grandes y pequeños, de muchas hojas y de pocas, no sabía cual escoger para mi, busque por un largo rato y luego se me acerco una señorita, me pregunto ¿cuál te alcanzo?,¿ sabes leer?, solo moví mi cabeza asintiendo y la señorita me bajo muchos libros, de pronto vi un libro grande de letras en relieve de colores, las letras estaban escritas de forma que atravesaban la portada, las hojas brillantes y suaves desprendían un olor a nuevo y a tinta seca , observe cada trazo y al  joven que muy atractivo vestía con un traje extraño, pantalones anchos y turbante, era SIMBAD EL MARINO, me atrapo de inmediato que me quede en el suelo y empecé a leer; todas sus aventuras me fascinaron, los viajes que emprendía eran emocionantes, los personajes, me gusto shereraza.  En cada ida a la biblioteca leía un pedazo de Simbad el Marino, cuando termine hice un dibujo de Simbad y así empecé a imitar a mi hermano, las idas a la  biblioteca se hicieron más frecuentes, yo era feliz al llegar allí, después leí cuentos de los hermanos Grimm, a “El rey Mono contra el Demonio de Hueso Blanco”, este era un cuento chino, no recuerdo quien lo escribió, me cautivo por que el Rey Mono defendía a sus hermanos Monos y sabia Artes Marciales, leí muchos, cuentos de hadas, leyendas y fábulas con moralejas como las de Esopo y la Fontaine, otro que me causo admiración fue los viajes de Gulliver, era realmente extraordinario todo lo que descubría cada vez que emprendía una nueva lectura en la biblioteca.  Empecé a leer a Juan Ramón Jiménez, con Platero y yo, recuerdo algo del inicio del libro: “Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos”….una historia muy bonita de un burrito y su amo.
Un día en mi casa encontré que el baúl de mi hermano estaba sin el candado, lo observe de lejos por un rato, con sigilo me acerque previniendo que mi hermano no estuviera cerca y me agache a levantarle la tapa y descubrir el tesoro que allí reposaba, acerque mi dedo índice a la chapa, le imprimí un poco de fuerza y lentamente fui levantándola para luego levantar la pesada tapa que cubría el viejo baúl, los nervios y pequeñas gotas de sudor empezaron a apoderarse de mí, el dedo índice se me resbalaba, y el resto de la mano derecha y en fin todo el cuerpo se me entumeció, después de permanecer allí en cuclillas por largas horas sentí que me desmayaría y decidí levantarme e irme pero antes volví a bajar la chapa para que no se notara mi intromisión, cuando sentí que ya estaba nuevamente mi alma en mi cuerpo,  busqué a mi hermano con desespero y le conté que había visto su baúl sin el candado, el estaba en el patio dibujando al Quijote en una cartulina grande, me miro y me dijo bueno, me quede parada frente a él y quise regresar a terminar de violentar la chapa y sacar lo que tenía por dentro ese baúl, le insistí a mi hermano sobre el candado y él se levanto, dejo en un borde de la mesa, el lápiz, sacudió el dibujo del Quijote, miró el cielo y se fue hacia el baúl, yo lo seguí de cerca y cuando llegamos al cuarto de mi hermano, se dio vuelta y me pregunto ¿me ayudas a buscar el candado? Si le respondí, lo busque y lo encontré, enseguida le dije que yo quería hacer un dibujo de un libro de esos que el guardaba, me miró y levanto la tapa del baúl, mis ojos se agrandaron para poder ver todo su contenido y metió su mano y saco un libro de pasta café donde estaban tres señores, era un libro de español para grado quinto, lo abrió y me mostro algunos dibujos que para el eran fáciles de hacer, yo detenía mi mirada en las letras y le dije muéstrame otro, saco uno  verde  de lectura y español me lo entrego y me dijo mírelo a ver que encuentra para dibujar, lo recibí con gran curiosidad y descubrí muchos lecturas y después de cada lectura tenia ejercicios de comprensión, le di las gracias y abrazando el libro salí hacia mi cuarto, me senté en el borde de la cama y lo abrí y encontré lecturas como: Antón y el Eco, El convite de Mirringa, el Burro Juez, el Mundo al revés, la Melindrosa, el Gato con botas y muchas más que devore con gran pasión gracias a mi hermano.
Paso el tiempo y ya al entrar a 6° grado, en mi colegio era poco casi nada lo que se leía, para cuando llegue a 8° grado de bachiller, leímos la maría de Jorge Isaac, la Vorágine, el Mío-Cid, Manuela, y otras del área de español, ya en los grados 9, 10 y 11, llegaron a mi colegio profesores que nos motivaron a leer con más atención y critica, yo empecé  a retomar la lectura que deje por varios años, y motivada por mis profesores, con mis compañeros organizamos un grupo literario en el cual participaban algunos profesores, nos reuníamos los sábados y leíamos de una lista  de libros que se hacía previamente, cada uno leía hasta donde alcanzaba y se contaba al grupo el tema, los personajes, la  época, la  biografía del autor; aunque duro poco el grupo por diferentes razones, fue muy provechoso, entre los libros leídos estaban: el Fantasma de Canterville, algunos capítulos iniciales de Don quijote, Las Mil y una Noches, García Marqués y los Funerales de la Mama Grande y Cien Años de Soledad, Poemas de Porfirio Barbajacob, José asunción Silva, Mario Benedetti, Emmanuel roca, leímos a Dostoievski, que me dejo fascinada por la calidad de sus obras y por su vida misma, encontré como describía su propia vida de hombre pobre y defendía a esta clase social en su obra “Humillados y Ofendidos”, descubrí algunos apartes de los Hermanos Karamazov y Crimen y Castigo, me encontré también con el túnel de  Ernesto Sábato, me a prendí de memoria los zapatos viejos de Luis Carlos López, Juan Manuel roca y su Poemas: “Puertas Abiertas”, “Sueño”, “Naturaleza Muerta” y otros que ahora no recuerdo, de esta experiencia me quedo la inclinación hacia el área humanista, mi sensibilidad era permanente, ya que también descubrí como con la poesía se expresaba muchos sentimientos y fue cuando conocí a un grupo que después se volvió político, al que me integre y del que también aprendí mucho acerca  de los llamados grupos de izquierda o revolucionarios, allí conocí a muchos poetas inéditos, profesores de universidades y colegios, quienes me hablaron de la casa de poesía de José Asunción Silva, a la que me inscribí y leí frente a un público pequeño algunos de mis escritos, cuando todavía era bachiller.
Paso mucho tiempo para que pudiera ingresar a la universidad, pero en cortos momentos alejados de la preocupación por un buen trabajo, las necesidades de mi familia e inspirada en que me empecé a enamorar de un fabuloso hombre un poco mayor que yo, filosofo y profesor de un colegio del distrito, escribí miles de poemas, recuerdos de infancia, sueños de libertad, deseo y tristezas que me hacían brotar caudales de lagrimas.
Me matricule un 24 de noviembre de 1994 a la universidad Javeriana, fue una de las mejores cosas  que me han pasado en la vida, (están mi hija y mi compañero).encontré en la universidad lo que me faltaba para reencontrarme con mis deseos y sueños, amar con humanidad y desprendimiento. Las lecturas, los encuentros con nuevos escritos y escritores, que me han entregado mis profesores, desde sus propias creaciones y cada texto  que ha impregnado en mi deseo de continuar por las primeras huellas que fueron dejando mis primeros trazos.


1 comentario:

  1. Qué hermoso, espero que puedas seguir encontrando en la literatura ese baúl que te despertó la curiosidad...Me encanta Luis Carlos Lopez, es un poeta con la sensibilidad de su tierra.

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